Familia de cuento: El papel del corrector con Sara Nicolás

EL PAPEL DEL CORRECTOR/A

En el mundo del libro hay muchos trabajos que se desconocen o que, quizá, no se les da el gran valor que tienen. Creo que uno de ellos es el del corrector o correctora. Yo misma, sin ir más lejos, desconocía su función hasta que entré de lleno en el mundo de la escritura. Ni siquiera lo conocía cuando me empecé a aficionar por la literatura infantil, no, lo descubrí cuando pasé al otro lado, al de crear.

Su función principal es que la historia tenga coherencia, no contenga faltas de ortografía, que los signos de puntuación sean los adecuados…, pero, en ocasiones, va más allá de todo eso y es el corrector o correctora quien aconseja acerca de cómo está estructurado el texto, sobre si se entiende la idea que el escritor/a quiere transmitir o sobre cómo cada palabra influye en la historia, por ejemplo.

El momento en el que este trabajo se lleva a cabo varía en función de cada caso. Hay veces que son los propios escritores quienes recurren a los correctores antes de enviar su manuscrito a las editoriales, en otras ocasiones son las editoriales quienes cuentan con su trabajo para que el texto que van a publicar sea totalmente redondo y, otras veces, actúan en los coletazos finales del proceso de edición, cuando la maqueta ya solo está a falta de ser corregida para irse directa a imprenta.

Para mí, es una labor muy bonita e interesante porque, como escritor, te da otra visión o idea que quizá ni tú mismo has tenido de tu texto. Tienes que estar muy abierto a cambios y propuestas, tienes que tener claro que todo lo que te dice es por el bien de tu creación y que todas las críticas las hace desde la parte más puramente constructiva. Es maravilloso ver cómo todo queda totalmente desgranado ante sus ojos. ¡Hacen magia!

ENTREVISTA A SARA NICOLÁS

Conocí a Sara a través de las redes sociales hace ya algunos años porque, además de correctora, también es parte esencial de la editorial Tragamanzanas, aunque no había tenido la oportunidad de trabajar con ella codo con codo hasta hace poco más de un año, ya que fue la correctora de uno de mis últimos libros publicados. Lo cierto es que me encantó su trabajo, además de por lo profesional que es, también por la forma tan dulce en la que transmite las propuestas de mejora.

Ahora mismo nos encontramos trabajando juntas en otro proyecto que verá la luz a lo largo de este 2022 y, cuando le dije lo que sentí al recibir por primera vez sus comentarios tras hacer su trabajo, me explicó lo difícil que resulta ese momento para ella. ¡Y me lo creo totalmente! Imagina que alguien pone en tus manos a su bebé (sí, para nosotros cada texto que escribimos es como un pequeño hijito con el que se te cae la baba) y tú lo tienes que desmigar, incluso hay ocasiones en las que tienes que hacer preguntas que ni siquiera su creador sabe responder. Para mí, transmitir dulzura en esos momentos es auténtica magia, ¿no os parece?

Una vez que Sara ha hecho su labor, al escritor que está al otro lado le quedan muchas horas de trabajo por delante para incluir en su manuscrito todas las propuestas de mejora, las correcciones ortográficas, los cambios de ideas… Tienes que mirar tus palabras con otras gafas para poder sacar lo mejor de ellas. Para mí, personalmente, resulta algo muy bonito y especial.

Por todo ello, no podía ser otra la persona que entrevistara como corrector/a en esta sección de `Familia de cuento´. ¡Allá vamos con las 7 preguntas!

 

1. ¿Cómo te decidiste a ser correctora de textos? Cuéntanos un poco tu trayectoria.

               Pues llegué a la corrección de una forma casual, aunque si lo pienso, creo que ya llevaba mucho tiempo caminando en esta dirección. Siempre fui una lectora ávida y precoz, leía todo lo que caía en mis manos. Eso me dio, entre otros beneficios, el de entender de una manera muy intuitiva el andamiaje de las historias. Era capaz de percibir en un solo golpe de vista errores argumentativos, falta de ritmo, finales descolgados... Y ya desde joven, amigos y conocidos me pasaban sus textos para que les señalara esas grietas que al escritor, por estar tan imbuido en su historia, muchas veces se le escapan.

               Como luego mis estudios posteriores fueron dirigidos a las letras, esta tendencia continuó. Y en el mundo de las redes se convirtió en, por así decirlo, favor tras favor. La gente me pasaba sus cuentos para que les diera mi opinión y, sin verlo venir, me fui profesionalizando en la lectura profesional (valga la redundancia). Hasta que un buen día, alguien me sugirió convertirlo en un oficio (ahora sí, remunerado). Me preparé e hice muchos cursos. Descubrí entonces que esta tarea era tremendamente gratificante y que, en lugar de alejarme de la escritura (otra de mis vocaciones), en realidad me acercaba mucho más a ella.

 

2. ¿Qué es lo que más difícil te resulta de tu trabajo?

               Sin duda, la corrección de estilo, cuando debes revisar más allá de las reglas objetivas y entrar en la voz del autor. Es un terreno delicado, porque si te pasas estarás cocinando una sopa que no es la tuya; pero si te quedas corto, faltarás a tu tarea y harás una revisión mediocre. Encontrar el equilibrio es una cuestión de práctica y medida, y aun así muchas veces te encuentras con fragmentos en los que es muy complicado diferenciar lo correcto (técnicamente hablando) del gusto propio. Y si el texto que llega es muy personal..., ¡ay!, en ese caso es casi como operar a corazón abierto: ¡cuidado con lo que tocas!

               Y la otra gran dificultad es la que mencionabas en tu introducción: cómo ser empática pero rigurosa cuando llega un texto que está lleno de errores, que es apenas un mal borrador. No es mi intención echar por tierra la ilusión de nadie, no obstante, tampoco soy capaz de limitarme a la corrección dejando a esa persona lanzarse al mar de la literatura sobre una balsa llena de agujeros. Cuanto menos, tengo que advertirla, pero sin quitarle las ganas de navegar.

3. ¿En qué consiste exactamente tu labor?

               De primeras podría parecer que un corrector es un limpiador, pero en realidad es un lector profesional. Es quien valorará la consistencia de tu texto, su claridad y si está listo para ser entendido por terceros. Y no se basa en gustos, sino en valoraciones objetivas.

               Por resumir y aportar algo de luz, diríamos que hay tres tipos de tareas básicas: la corrección ortotipográfica (corrige la puntuación, las faltas, tildes, los espacios, la gramática…); la corrección de estilo (se revisa el tono, el ritmo, los errores en la redacción, incoherencias...); el informe de lectura (un comentario más extenso sobre el texto donde se profundizan en las correcciones, mejoras, fuertes del texto, viabilidad...). No es necesario hacer los tres tipos de trabajos a la vez, depende de lo que el texto necesite o la editorial/autor requiera.

 

4. ¿Cuál es tu rutina de trabajo cuando llega un nuevo texto a tu bandeja de entrada?

               La primera lectura es la más importante. Y la hago con actitud de lector y no de corrector, pues me da una idea muy clara de a qué tipo de texto voy a enfrentarme.

               Después se pasa la primera barrida, en la que se suelen identificar las faltas ortográficas o gramaticales. A la vez que se hacen los apuntes de estilo. Una vez terminado, lo dejo un par de días apartado. Esto es muy importante, porque el cerebro hace una cosa muy fastidiosa: cuando lees mucho un texto es capaz de aprendérselo, pero obviando los errores, así bien puede estar escrito fantástcio que tú leerás fantástico. Es necesario alejarse de él.

               Pasado ese par de días, se revisa lo revisado y se lleva a cabo la lectura de caracteres, es decir, leer sin comprender; aislar cada palabra para asegurarnos que no hay erratas.

               El último eslabón es pasarlo por un buen corrector informático para asegurarnos que no se nos haya colado ningún fantástcio. Y una vez entregado, siempre añado una segunda revisión después que el autor haga los cambios.

5. Además de correctora, también eres escritora y editora. ¿Cómo se combinan esas tres funciones tan importantes?

               Pues lo cierto es que están tan relacionadas, que se combinan bastante bien. Es casi como ser músico y cantante. Además, me sucede una cosa muy curiosa, y es que corregir siempre me abre unas tremendas ganas de escribir. No es que esa necesidad tenga mucho futuro, porque en ese momento estoy corrigiendo y no puedo escribir, pero me mantiene en una constante inspiración. Desde que me dedico a la corrección profesional, soy mucho más prolífica.

6. Una pregunta que no puede faltar: ¿qué es lo que más y lo que menos te gusta de tu labor en el mundo de la lij?

               Lo que más me gusta es conocer los nuevos proyectos, saber qué libros se están cociendo y trabajar en ellos para conseguir su mejor versión. También me gusta el trabajo con los autores, en ocasiones se llega a tener una relación bastante estrecha, y me hace mucha ilusión seguir las andanzas de sus libros. Y por último, otra de mis partes favoritas, es la de jugar con la lengua; se parece mucho a hacer sudokus, puede ser muy entretenido.

               Te diría que no hay nada que me disguste, pero en realidad sí hay una cosilla, y es que algunos autores nos quieren como sus escritores en la sombra. A veces se pide de una forma directa y otras, más disimulada. También sé que hay muchos correctores que hacen este tipo de tarea y se paga bien, sin embargo, a mí no me gusta ni que me lo sugieran.

7. ¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando en esto?

               Le diría que haga muchos cursos. Lamentablemente, no existe una carrera específica, pero hay muy buenas academias en las que aprender. También que practicara mucho y le echara paciencia, es una tarea lenta y meticulosa que requiere muchísima concentración. Y por último, que no se castigue por las faltas que se escapen (ocurrirá), son decenas de variables a tener en cuenta y a veces es humanamente imposible.

               Y, por supuesto que leyera, pues si leer es una de las partes más importantes de la escritura, lo es también de la corrección: sin un largo bagaje literario, difícilmente entenderá la cimentación de las historias, de los textos, así que será incapaz de percibir sus debilidades.

                

¡Menuda maravilla de entrevista nos ha regalado Sara! Creo que es la oportunidad perfecta para descubrir de cerca la gran labor de los correctores y correctoras. Me ha encantado todo lo que nos ha contado, pero sin duda me quedo con ese instante en el que nos habla de lo complicado que resulta encontrar el equilibrio a la hora de hablar con el escritor respecto a cambios y modificaciones. Y, digo yo, si recurrimos a los profesionales en busca de un resultado lo más perfecto posible, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar críticas constructivas? Desde que leí la entrevista por primera vez es algo que no me quito de la cabeza.

Gracias, Sara, por regalarnos esta visión tan importante. Me siento muy afortunada de contar contigo en esta familia de cuento.

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