Tocar fondo para cumplir un sueño

“Solo lo conseguirás cuando tus sueños tengan más poder que tus excusas”. Eloy Moreno, El Regalo.

Creo que no existe mejor frase en el mundo que esta, de mi escritor favorito, para resumir el último año de mi vida y, cómo no, para inaugurar mi blog.

Algunos de los seguidores y lectores más veteranos es posible que recordéis que, hace algo más de un año, me encontraba en tratamiento psicológico (¡ojo, suena peor de lo que es!). ¿El motivo? Principalmente las oposiciones. Fueron ellas quienes me llevaron al peor momento de mi vida… ¡Y, sin saberlo, al mejor!

Pongamos todo en orden. Desde pequeña tenía clara mi vocación: quería vivir rodeada de niños y niñas, ¡quería ser maestra! Recuerdo los años de carrera con un cariño de lo más especial. Pasé de ser una estudiante de 5-6 a subir mi media varios puntos. ¡Aquello era un sueño!

Estudié Magisterio de Educación Infantil con mención en Educación Especial y, para seguir conociendo al máximo el mundo de los niños, después cursé el Ciclo de Educación Infantil (0-3 años). Hasta ahí todo era una maravilla, pero lo siguiente que “tocaba” eran las oposiciones.

Entre medias, abrí mis perfiles en redes sociales porque la literatura infantil me había conquistado. Pero eso, en aquel momento, no era más que un hobbie.

El tema de las oposiciones era algo en lo que, por lo que parecía, todo el mundo tenía que entrar a opinar. “Piensa en las vacaciones”, decían. “¡Anda, que tener un puesto fijo…!”, comentaban. Y yo, a pesar de todo, seguía al pie del cañón, estudiando, porque quería que mi día a día estuviera bañado de pequeñitos a mi alrededor.

Pero, ¿qué pasa cuando las oposiciones te ganan la batalla? No fue el hecho de quedar fuera en la primera fase, ahí ya estaba desanimada, ¡y en plena depresión!

En ese momento tenía dos libros publicados, estaba a punto de salir el tercero. Mis andanzas como escritora iban viento en popa, pero yo… ¡Yo, no era yo!

Nunca he hablado de esto de forma pública, pero creo que es necesario.

Tuve que tocar fondo para salir a flote. Fueron meses muy difíciles a nivel personal. Algo que, por supuesto, se vio reflejado en lo profesional. No quería escuchar nada que tuviera que ver con los cuentos, me frustraba mucho no sentirme capaz de nada. Estaba apagada y no sabía qué podía hacer para volver a tener, aunque fuera, un poquito de luz.

Si de algo me siento orgullosa fue de tomar la decisión de ir a la psicóloga en cuanto sentí que necesitaba ayuda externa (y no, no nos engañemos, no sirve con “salir a despejarte” o con contarle tus cosas a la gente que te rodea).

Durante meses estuve trabajando de forma muy consciente en mí, en mis necesidades, en mis capacidades, en mi valía… Mucha gente se quedó por el camino, fueron muchos quienes no entendieron mi cambio. Claro que había cambiado, ¡al fin era feliz!

Gracias a la depresión aprendí a escucharme a mí antes que a los demás, a entender que mi opinión es la más valiosa de mi vida y que los demás pueden darme sus opiniones o consejos, pero nunca imponer en mí sus deseos.

Una vez más, Lanzarote fue mi medicina (¡muchos sabéis lo importante que es para mí esta mágica isla!). Fue allí donde encontré la tranquilidad que necesitaba, la desconexión, el tiempo, el espacio, las personas… Me olvidé de todo, me escuché (a mí y a quienes siempre pido consejo) y la cosa, simplemente, fluyó.

Decidí que el 2020 sería mi año. Más títulos míos verían la luz pero, además de eso, emprendería en Zamora, mi ciudad. No tenía claro cuál sería el negocio, pero sí sabía que los cuentos, la literatura infantil, serían el eje de todo. Sería mi forma de seguir formando parte de la educación de los más pequeños aunque no fuera dentro del aula. ¿Hay algo más bonito que eso? Para mí, desde luego, no :)

En enero tenía planeado un viaje a Madrid (otro de mis lugares mágicos) con una amiga. Iba a ser un finde de cuento, ya que el plan consistía, básicamente, en visitar librerías infantiles de la capital. Y ahí lo vi claro: quería abrir mi propia librería infantil en Zamora, mi ciudad.

Por aquel entonces, ni rastro de la Sandra de antes. Estaba cargada de energía positiva, de motivación, de ganas, de sueños…

Dicho y hecho, en menos de un mes visité varios locales y ya tenía el espacio decidido. Además, yo que soy muy de señales, nada más entrar en la que ahora es mi librería, vi una fotografía de Gloria Fuertes en un papel de periódico que tenían pegado en el cristal. ¿Destino? ¿Casualidad? ¡Magia!

El contrato del local lo firmé el 19 de febrero. Teníamos que hacer algún pequeño arreglo en él, además de empezar a contactar con mil profesionales diferentes. Todo iba sobre ruedas. La apertura estaba planeada para el 1 de abril.

Por el camino me crucé con decenas de “¿pero una librería?”, “¡uf! ¿lo has pensado bien?”, “¡no sabes lo que estás haciendo!”. Tenía tan claro mi objetivo que, siendo sinceros, me molestaba que la gente no fuese un poquito empática y se hiciera eco de mi sueño, pero por un oído me entraba y por otro me salía. Yo iba a por ello.

Entonces, a dos semanas de abrir, llegó la pandemia que paró el mundo. Todo parecía estar en mi contra. Tuvimos que pararlo todo lo más rápido que pudimos, ¡menudo plan! Pero la ilusión no decayó ni un día, aunque las esperanzas sí, no lo puedo negar. Incluso llegué a pedir en casa que no se hablase del tema librería…

El día 1 de julio, tras infinidad de altibajos, al fin abrí Mis Cuentos Infantiles, mi librería especializada en literatura infantil en Zamora y, después de casi dos meses, os puedo asegurar que es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Soy feliz, no necesito más. Aunque con todas las medidas necesarias, disfruto día tras día de la magia de los cuentos, de las miradas cargadas de ilusión de los más pequeños, de los “gracias por hacerlo posible” de los adultos que llegan hasta mi rincón.

¿Qué quiero decir con todo esto? Sé que suena a tópico, pero os aseguro que los sueños están para cumplirse. Si hay algo que te mueve, ¡persíguelo! Jamás dejes que las palabras de los demás te frenen en tu sueño (está bien que las escuches, pero solo tú decides).

Si me he atrevido a exponer de forma pública algo tan personal es porque sois muchos los que me habéis escrito en los últimos meses diciéndome que tenéis alguna idea en la cabeza y muchos miedos alrededor de ella. Yo también sentí miedo, y a día de hoy lo sigo sintiendo cada vez que algo se me cruza por la mente, pero no dejes que te frene (otra frase que me encanta es “Hazlo. Y si te da miedo, hazlo con miedo”). Si es algo que te apasiona, créeme, no puede pasar otra cosa que ir bien.

Siempre hay una historia detrás de cada persona. En la mayoría de los casos solo conocemos los resultados y pensamos “¡qué suerte!” o incluso damos por hecho que su camino ha sido fácil… Pero en la mayoría de los casos no es así, simplemente no conocemos la parte personal.

Por ese motivo, hoy os comparto mi historia. A día de hoy estoy muy orgullosa de cada paso, de cada cambio, de cada decisión… Creo que no hay mejor forma de inaugurar este blog que compartiendo quién soy, en lo bueno y en lo malo. Y sí, esta es mi historia.

¡ARRANCAMOS!

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